miércoles, 17 de junio de 2009

Elizabeth Fuentes-Teoría y paja


Hay un viejo chiste de acuerdo con el cual un grupo de alumnos estaba en su primera clase de filosofía y el profesor comenzó la clase sobre Descartes con el clásico: ­ René Descartes nació en Francia, en 1596... Entonces un alumno se levantó serísimo y pidió la palabra.
­Disculpe, profesor...
­Dígame -le respondió el profe.
­¿Podría explicarme el concepto? Es que me quedó oscuro...
Y le faltaba, como mínimo, adentrarse en las seis partes de El Discurso del Método, valga la explicación, no vaya a ser que más de un ministro no entienda la gracia del chiste.


Lo cierto es que esta escena se me viene a la memoria cada vez que veo al ciudadano Presidente de la República improvisando sus clases de marxismo, amparado en quien quiera que sea el autor que le acaban de descifrar los estudiantes que tienen contratados en Miraflores para, nada más y nada menos, reducir a pocas páginas cualquier ladrillo teórico que los asesores del jefe indiquen que el jefe deba leer. Y me muero de la risa cuando el camarógrafo enfoca a los jalabotas que le rodean con aquella cara de duda metódica en el entrecejo porque pareciera que están a puntico de pedirle que les repita el concepto porque, la verdad, no entendemos un carajo, señor Presidente.
­ Qué es lo que no entiendes, Maduro...
­ Bueno, Comandante, cómo es que le vamos a explicar a los siete millones largos de militantes del PUSV que en esta revolución socialista se sigue comprando y vendiendo petróleo a los precios que marca el mercado. Y sobre todo, cómo se inserta eso en nuestra política de solidaridad latinoamericana porque, como usted dijo que dijo el Che...
­ Pero bueno, ¿y todavía no te has leído a Mészáros, Maduro? Y no puede una evitar entonces imaginar la escena, que no es la misma pero es igual, donde el mismísimo Istvan Mészáros le está contando a nuestro stalincito tropical que, por allá en 1956, tuvo que aprovechar su estadía como diplomático en Italia para solicitar asilo, porque los soviéticos habían emprendido la más feroz de las represiones contra el pueblo húngaro, habían matado a un gentío porque no creían en ese socialismo y Mészáros, ni gafo que fuera, prefirió quedarse gozando de las bondades capitalistas que ofrecían otros países europeos, como Inglaterra por ejemplo. Y allí se quedó y allí vive desde hace añales, gana en dolares y escribe lo que le da la gana sin que ningún funcionario de la Corona le venga a censurar ni ridiculizarlo públicamente, como les pasó recientemente al español Monedero y al profesor Vladimir Acosta, dos de los intelectuales que estaban de lo más entusiasmados porque se iban a enfrentar a Vargas Llosa para convencerlo de que esta revolución era de lo más respetuosa del disenso y democrática y plural y que cualquiera podía debatir en cadena nacional con el Comandante, sin que eso significara nadita de nada en el terreno de la retaliación o el abuso de poder.
Que por más que el jefe se faje con sus "Aloteóricos" semana tras semana, las contradicciones se le vienen encima mes a mes porque, como escribió el Presidente Mao en su librito rojo, "las ideas correctas provienen de la práctica" y en este terreno, camarada, no hay manera de conciliar a Mészáros con la barbarie que carcome a los productores de alimentos, por nombrar sólo un caso, a quienes se les está negando la posibilidad de poder seguir haciendo lo suyo porque el gobierno los acogota y, encima, es incapaz de poner a producir absolutamente nada de nada. Que lo diga Giordani, quien arrancó a llorar hace poco porque vio unos tractores sembrando arroz.
Y ahí es cuando una se da cuenta de que los chamos de Miraflores como que le hicieron mal la tarea al Comandante o, cabe sospechar, el jefe entiende lo que le da la gana, porque basta con leer no digo uno de los tratados escritos por Mézsáros sino cualquier entrevista que le hayan hecho para encontrarse, Comandante, con que su autor favorito pareciera no estar de acuerdo con lo que usted y sus ministros están haciendo.
"Romper una pequeña o gran cantidad de cabezas puede hacerse con relativa facilidad, cuando estamos en el `gran golpe’ para tirar algo abajo, y, en general, esto sucede en la esfera política. Este es el sentido en que se definía el concepto de `revolución’ hasta hace muy poco. Ahora sabemos, por amarga experiencia, que no funcionó. Proceder de esta manera no es suficiente. De modo que tenemos que volver a lo que Marx decía sobre la `revolución social’... Una revolución que no sólo erradica sino que también implanta. La erradicación es tan parte del proceso como lo que se pone en lugar de lo que se ha erradicado. Es el sentido literal de ser radical, y mantiene su validez en la revolución social en el sentido recién mencionado de erradicar e implantar..." ¿Hacemos una listica de lo que andan erradicando y a su lado otra de lo que están implantando, señor teórico? ¿Comparamos producción, resultados, beneficios sociales?

¿O este concepto también le resulta muy oscuro?