lunes, 27 de julio de 2009

Zerraya





A la escena llega Zelaya en un 4X4. Rodeado de unos cuantos pero muy emotivos seguidores, se baja del carro, levanta una cadena, la cruza y se dirige a un soldado apostado en el puesto de control ubicado en la frontera hondureña…

Zelaya: Soldado, póngame al general Vásquez al teléfono.

Soldado: ¿De parte? Zelaya: De su comandante en jefe. El único y verdadero presidente de Honduras.


El soldado agarra un teléfono, marca un número y se oye como lo van pasando de una oficina a otra. Después de varios minutos logra dar con el despacho del jefe del Estado Mayor, general Romeo Vásquez.

Le contesta un asistente…

Asistente: ¡Aló! ¿Dígame? Soldado: Con todo su respeto señor, aquí tengo una sujeto, de bigote y sombrero, que dice ser el presidente de la república. Quiere hablar con el general Vásquez.

Se oye cuando el asistente deja el teléfono a un lado y grita: “Jefe, lo llaman desde la frontera. Creo que se trata del depuesto Zelaya.

Pasan uno, dos, tres minutos y no ocurre nada. De pronto se reanima la conversación…

Asistente: Soldado ¿Sigue el señor del sombrero allí? Soldado: Sí. Anda pegado a su celular.

Asistente: Dígale que mi comandante está ocupado y no puede atenderlo en esos momentos.

El soldado inmediatamente se dirige a Zelaya…”Señor, señor, el general está ocupado y no puede ponerse al teléfono”.

Zelaya: ¿Cómo que no puede atenderme? Le ordeno que se ponga al habla.

El soldado se comunica con el asistente del general Romeo Vásquez y le cuenta lo dicho por Zelaya…

Asistente: Vuelva a decirle que mi general no puede venir a atenderlo.

El soldado dirigiéndose a Zelaya insiste: “Señor, mi general sigue sin poder atenderlo”.

Zelaya voltea y le habla a la multitud: “Mi pueblo querido. Hemos llegado hasta aquí para reclamar que se haga justicia. La oligarquía, el imperialismo y los golpistas tienen sus horas contadas. Es estos momentos tengo al traidor, al títere de Goriletti en el teléfono y le estoy ordenando que le devuelva el poder a su verdadero dueño. Le voy a exigir que además, como lo dijo el presidente de la asamblea de la ONU el doctor Miguel D’Escoto, que nada de convocar elecciones para mañana. A mí me deben unos días y tienen que reponérmelos. El pueblo hondureño no aguanta más trampas”. Mientras las masas deliran de la emoción, el asistente del general Vásquez se comunica nuevamente con el soldado a cargo del puesto fronterizo…

Asistente: Soldado, deme un informe de lo que está pasando Soldado: A sus órdenes. El señor del sombrero está como molesto. Está montado en un taburetico y con un megáfono le esta hablando a la gente.

Asistente: ¿Qué dice? Soldado: Dice que si regresa al poder le deben una ñapita.

Zelaya termina su discurso y regresa al puesto fronterizo. Se dirige otra vez al soldado de guardia y, sin dejar de hablar por el celular, le dice: “Dígale al comandante en jefe del ejército que dé la cara y no sea gallina”. Se oyen las masas en coro gritando: “Cocococó-coco-cooo…” El soldado le reporta al asistente: “Señor, el sombrerúo está bravo. Dice que el general Vásquez es un cobarde y anda haciendo como una gallina.

Asistente: No le pare soldado. Mi general está muerto de la risa con lo que está pasando. Dígale que sigue ocupado.

Soldado: Señor Zelaya, mi general nada que se desocupa.

Zelaya: No espero más. Le ordeno a los golpistas que depongan las armas de inmediato o que se atengan a las consecuencias.

Ante semejante emplazamiento el soldado se remite de nuevo al asistente del general Vásquez. La respuesta es definitiva y así la comunica: “Señor, Zelaya. Mi comandante fue al baño. Manda a decirle que anda mal del estómago y definitivamente hoy no va a poder hablar con usted”.

Zelaya reacciona inmediatamente: “Ajá! se los dije. Esa respuesta, es la evidencia más clara de que estamos ganando.

Andan chorreados.

Las masas responden con consignas: “¡Victoria, victoria, victoria popular!”.

Entre felicitaciones y aplausos Zelaya se dirige a su 4X4 y, sin dejar por un momento su celular, le grita al soldado en el puesto fronterizo: “Dígale al general Vásquez que volvemos mañana”.

Kiko Bautista