miércoles, 24 de marzo de 2010
Molleja’e preso
Qué gran favor está haciendo el Ministerio Público a la oposición venezolana. Ese gesto inmenso de complacencia al Jefe para brindar, cual Herodes a Salomé, la cabeza de Oswaldo Álvarez Paz servida en bandeja de plata a la jauría chavista, va a tener un costo político de inconmensurables proporciones. Las reacciones a la “justicia” sumaria de fiscales, tribunales y policías, que actúan diligentemente cuando se trata de castigar la disidencia, no se han hecho esperar.
La detención de Álvarez Paz en un proceso veloz, que no deja dudas sobre las intenciones ocultas bajo la mampara de una ley creada por ellos mismos para penalizar a quienes se atreven a denunciar la verdadera calaña de la revolución, es un paso en falso de consecuencias no calculadazas. Este hombre no es cualquier militar acusado de sedición, tampoco es un estudiante, ni un dirigente medio de un partido. Estamos hablando de una de las figuras más sobresalientes de la democracia cristiana del continente, que fue diputado a los 26 años y permaneció por 25 años en el Congreso, fue Presidente de la Cámara de Diputados, dos veces gobernador del Zulia, electo por voluntad popular y candidato Presidencial en 1994.
Pero para más seña, este preso es maracucho de verdad- verdad, obstinado y burlón, atravesado y persistente. En once años de pesadilla chavista, Oswaldo Álvarez Paz no ha dejado de estar presente en todos los movimientos de la oposición, ha marchado, escrito, mitineado, ido a programas de radio y televisión, entrevistas de prensa, ha llevado la palabra de los demócratas venezolanos a foros internacionales donde él es apreciado y reconocido. Sus columnas narran la tragedia de la pérdida de las instituciones venezolanas, la confusión de los poderes, la ignominia de un gobierno. No ha callado ante las amenazas, ha resistido toda clase de pérdidas materiales y su vida no es fácil. Pero un hombre de su currículo y de su temple sabe cómo luchar sin perder los parámetros en los que se ha desenvuelto toda la vida.
A Oswaldo Álvarez Paz le avisó la DISIP un martes en la noche que debía presentarse el viernes en un Tribunal porque el ilustre diputado chavista Manuel Villalba le había denunciado bajo los cargos de conspiración, instigación al odio, traición a la Patria, generación de “zozobra e inquietud” a la población. Delitos que de comprobarse la culpabilidad del Dr. Álvarez Paz, acarrearían penas hasta de 16 años de prisión. El diputado Villalba, cuyo currículo colgado en la página de la Asamblea Nacional, sólo dice que nació en el estado Monagas y que es Presidente de la Comisión de Ciencia, Tecnología y Medios de Comunicación (así que desconocemos sus credenciales académicas) es el mismo que ha perseguido implacablemente a RCTV, a las emisoras de radio y que ahora intenta regular los contenidos de Internet. Pero hablando en confianza, véanle la cara al diputado Villalba ¿ustedes creen que la acusación contra Oswaldo Álvarez Paz se le ocurrió a él solito?
La celeridad del proceso nos indica que hay muchos ejecutores interviniendo en el proceso: en apenas cinco días OAP fue citado, se presentó, volvió a la Fiscalía a consignar sus propias pruebas y en horas un Tribunal dictó una orden de aprehensión. Una orden así solo se emite cuando el Ministerio Público tiene pruebas consistentes y fundados indicios de culpabilidad del acusado o cuando hay razones para pensar que el imputado se puede fugar.
Tuve la oportunidad de conocer a Oswaldo Álvarez Paz, cuando él era Presidente de la Cámara de Diputados y yo Jefe de Redacción de la Revista Zeta. Los años y la afinidad democrática consolidaron una amistad que de tanto en tanto se traduce en una entrevista siempre interesante. Como la que le hicimos mi compañero de programa y yo, pocas horas antes de su detención. Con gran tranquilidad nos dijo que él como abogado no creía que ese juicio tomara vuelo porque no había sustento jurídico para ello, que asistiría a todas las citaciones y que jamás había considerado irse del país. Cuando manifestamos inquietud por la forma como se desenvuelve la justicia en relación a la disidencia, Oswaldo desestimó que lo metieran preso o que le prohibieran la salida del país. “No tienen nada en las manos, no hay pruebas consistentes de ninguno de los delitos de los que me acusan”.
Pero Oswaldo no consideró que él es una presa apetecible, un “pez gordo” de la oposición, un símbolo de esa cuarta república tan odiada, pero que después de esta terrible experiencia revolucionaria, ha resultado ser el período de “cuando éramos felices y no lo sabíamos”. A él y su familia les esperan días duros. Ya sabemos cómo trata el régimen a los presos de conciencia, cómo se penaliza el delito de opinión, cómo se castiga a los disidentes.
Sin embargo, hay diferencias notables en este caso: Oswaldo Álvarez Paz es un ícono de la democracia venezolana y ha utilizado todo su prestigio para alzar su voz en defensa de las libertades en el país. Tiene muchos seguidores y hasta quienes no son sus admiradores, reconocen justicieramente que es un incansable luchador por el país. Uno de los pocos guerreros que van quedando en Venezuela. Su detención es perjudicial en extremo para la imagen del gobierno de Hugo Chávez en el exterior, ya convertidas las sospechas de autoritarismo en realidad demostrada por hechos arbitrarios como éste.
Este no es el mejor momento para alborotar el avispero nacional con un preso tan poderoso clamando justicia tras las rejas. Un momento en que el Comandante ha recibido sonoros cacerolazos de una población atormentada por las fallas de luz y de agua, a más de la inseguridad. Un momento en que todo el aparataje de mentiras y excusas montadas por los funcionarios del régimen se vienen abajo ante la irrefutable anarquía en que está sumida Venezuela. Si nos atenemos a los lapsos procesales, en la próxima audiencia deberá decidirse si juzgar o no al Dr. Álvarez Paz en libertad. Como las penas por los delitos por los que se le acusan son mayores a 10 años, lo más probable es que no se le de medida sustitutiva de libertad sino que decidan por una privativa de libertad, con asignación de lugar de reclusión. Después de esto, el Ministerio Público tiene hasta 45 días para presentar pruebas, luego se fija la audiencia preliminar y por último, se va al juicio oral, que es donde se juzgará el fondo del asunto. Como ven, un largo camino procesal.
El mismo día de su detención, Oswaldo escribió un artículo titulado “Mataron al Derecho”, en el que denuncia estar sometido a acosos, vigilancia y seguimiento policial. Textualmente describe así lo sucedido: “Leyendo el expediente sentí pena ajena. Se trata de la tarea que Chávez públicamente encomendó a los poderes públicos para reducir los medios independientes por la vía del terror, criminalizar penalmente a la disidencia política y ahogar, hasta hacerlas desaparecer, las noticias y denuncias contrarias al régimen o que afecten su imprecisa conducta. En este caso se trata del Auto de Procedimiento dictado por el juez Eloy Velasco de la Audiencia Nacional de España. Trata de la relación ETA-FARC y eventual colaboración del gobierno venezolano por actuaciones en nuestro territorio. Reuniones, cursos, planes, etc. Todo debidamente soportado con indicios plurales y concurrentes, documentales y testimoniales, que dieron lugar a la investigación. Me referí a todo esto, incluido el tema del narcotráfico y lo relativo a los derechos humanos, en el programa Aló Ciudadano. En la Fiscalía ratifiqué mi intervención explicando sus alcances y objetivos”.
Así que con esta acción judicial se buscan varios objetivos que hasta el momento no han logrado ni con todo el poder y el dinero del estado: obligar a Globovisión a autocensurarse, instar al cierre de Aló Ciudadano, infundir temor a la opinión libre y por último aunque no menos importante, callar de una vez por todas a Oswaldo Álvarez Paz.
A estas alturas, alguno en el gobierno, quizás hasta el Comandante mismo, que puede ser acusado de ignorante pero jamás de tonto, estará dándose cuenta del follón en que se han metido. Tal vez los lacayos que se prestaron a este arriesgado movimiento para darle una felicidad a su jefe -entre tanta calamidad que afronta su inepto gobierno- no saben algo que aprendieron los radicales de la Revolución francesa: que hay cabezas tan pesadas que es preferible no cortarlas porque pueden resquebrajar el cadalso.
Charito Rojas
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