domingo, 24 de enero de 2010
Esbirros del siglo XXI
El cierre de RCTV es una cachetada al espíritu democrático venezolano
El cierre de RCTV internacional es una cachetada al pueblo que marchó este 23 de enero para celebrar la conquista de un bien supremo como lo es la vida en democracia.
Hace 52 años, un movimiento cívico militar venezolano dio una estocada a un régimen autoritario y autocrático, dirigido férreamente por un solo hombre, un militar que secuestró sin escrúpulos la libertad de Venezuela, apoyado en un ejército de esbirros. Entonces los venezolanos demostramos que estábamos decididos a vivir en libertad.
Tristemente, esta celebración tan importante fue mezquinamente empañada por la decisión de castigar una vez más a RCTV y a otros cinco canales que transmiten por cable una alta proporción de contenidos de producción venezolana. Esto va en contra de la aspiración mayoritaria de vivir en democracia, único régimen que da la esperanza a todos de elegir en paz.
Hoy vemos como el gobierno hace nuevamente ostentación de una capacidad casi ilimitada para torcer las normas y adaptarlas a sus pretensiones hegemónicas. Esto deja sin protección frente a cualquier tipo de abusos a la gran mayoría de los venezolanos.
Los venezolanos de espíritu democrático debemos ponernos al lado de los trabajadores y dueños de RCTV y de todos aquellos medios que han sido golpeados por esta medida arbitraria y retaliativa.
Sin cumplir con las exigencias de un debido proceso, aplicando de modo retroactivo las leyes, se ha pueso en peligro el sustento de miles de familias y a la vez se ha cercenado el derecho de cientos de miles de espectadores a elegir que programación ver.
El gobierno pretende lavarse las manos, indicando con tecnicismos que son las empresas cable operadoras las que tomarán la medida de sacar del aire a estos canales. Estas ciertamente se han puesto en posición de cómplices necesarios, porque está fuera de su potestad convertirse en ejecutoras de medidas administrativas incumpliendo un contrato no sólo con los canales afectados sino con sus suscriptores, los que pagamos por el derecho a ver los canales que contratamos.
Es un día triste para la democracia. La libertad de empresa, pero también la libertad de prensa y, a fin de cuentas, la Libertad a secas están en peligro. Anunciantes que puedan ser objeto de expropiaciones arbitrarias, empresas de servicios que permitan la transmisión o distribución de mensajes independientes y periodistas que ejercen sin otra limitante que la ley y su conciencia saben que pueden ser fácil presa de una tiranía protegida por funcionarios sin escrúpulos, los esbirros del siglo XXI.
ROGER SANTODOMINGO