miércoles, 11 de noviembre de 2009
Soldadito de Plomo
"Si se tolera algo, se vuelve soportable y al poco tiempo se convierte en normal".
Israel Zangwill, escritor inglés y destacado sionista (1864-1926).
Hemos tolerado durante más de diez años la ineficiencia de un régimen que antepone su proyecto político revolucionario al bienestar de los venezolanos. Hemos presenciado cómo ha dilapidado en una década los mayores ingresos que ha tenido jamás el país, pero nuestro pueblo ha aceptado que en lugar de trabajo, les den limosnas; que en lugar de estudios les den ideologías baratas; que en vez de servicios, los llenen de promesas que jamás se cumplen. Una cotorra bien aliñada convenció a los venezolanos de más escasos recursos que este Comandante sin formación de ninguna índole para conducir un país, guíe hasta las vidas personales.
Es una vergüenza cuando nos culpan de la crisis eléctrica y lo aceptamos, saliendo mansamente a comprar velas y plantas eléctricas. Nos reímos del asunto de la totuma sin darnos cuenta que el tipo habla absolutamente en serio. Le quita las empresas a quienes las han levantado con esfuerzo y el personal de esas empresas demuestra su poca fidelidad hacia quienes le dieron de comer tantos años y creen que el gobierno será mejor jefe. Tarde se dan cuenta del engaño, de la pérdida, cuando ya no hay sino que ir a llorar pal Valle donde cambian lágrimas por cachapas.
La degradación a que Hugo Chávez ha sometido a los venezolanos va desde sus más cercanos colaboradores hasta pobres campesinos que son bautizados paramilitares si se atraviesan a una bala narcoguerrillera. El Presidente se sienta ante las cámaras de televisión a insultar a la empresa privada, a la que tilda de golpista e imperialista, a la clase media de "pitiyanki", a los gobernadores fronterizos de oposición de "paramilitares". Su desprecio por la oposición tiene la misma medida de su incapacidad de comprender que sus gobernados tienen derecho a vivir bien, que eso es una meta para cualquier gobierno eficiente y no un pecado de los ciudadanos. Allá quienes quieren seguir montados en burro, iluminándose con velas y bañándose con totumas. La mayoría de los venezolanos rechaza este retroceso de tres siglos en su calidad de vida.
En una década los venezolanos han ido reacomodándose a nuevas realidades que más que políticas son económicas y sociales. La revolución ha sido caldo de cultivo para la inseguridad, para la destrucción de la infraestructura nacional, para la masacre de la institucionalidad. No hay un solo campo en que el régimen haya destacado por su eficiencia o visión de futuro. Pocas obras de envergadura pueden atribuírsele, a cambio de todo lo que ha tomado por la vía del arrebatón: tierras, hoteles, empresas. Eso sí, le gustan las prósperas, las que están en plena productividad, las que tienen el trabajo hecho, para apoderarse de esas propiedades privadas. Las páginas de Internet del chavismo cada vez más reflejan el inmenso desengaño: "soy revolucionario pero me molestan los apagones, "Apoyo a Chávez pero estoy harta de vivir en rancho", "Al Presidente lo engañan, sus funcionarios no sirven". La traducción de esto es que el chavismo está ya en
la bajada de la decepción. Y Chávez lo sabe, él sabe todo lo que pasa. El problema es la interpretación que da y los correctivos que aplica.
Soy particularmente opuesta a los métodos presidenciales porque por educación y principios prefiero la vía de los modales y la gerencia. Pero reconozco que Chávez tiene el instinto de los lobos para oler la sangre. O sea, que él sobrevive políticamente porque sabe las debilidades de quienes le rodean. Y la debilidad es el vil metal. Los funcionarios gubernamentales, electos o no, están cebados en el presupuesto nacional. Por eso vemos a esos ministros y viceministros regañados y humillados en público, reptando con los ojos bajos para que los dejen en el cargo. Chávez lo sabe y sólo se enfurece con ellos cuando le hacen perder popularidad con su ineficiencia. Pero no los regaña más allá de la televisión, porque entonces øcómo financia las múltiples elecciones con las que nos ha mareado para mantenerse en el poder? Alguien tiene que sacar el dinero de donde lo hay, por eso se les perdona la ineficiencia.
De esta forma llegamos a la guerra. Chávez sigue el Manual de Guerra de Tsun Zé, el chino que dijo que nada unía más a una nación que tener un enemigo externo común. El problema es que los venezolanos no vemos a los colombianos como enemigos. El problema es que así tuviera razón en la disputa, nadie le ve a Chávez las cualidades militares para ganar a la fuerza ni siquiera una escaramuza de barrio. El problema es que nuestros Generales son soldaditos de plomo, gordos y sinvergöenceados a punta de prebendas. El problema es que no nos da la gana de sacrificar ni un solo venezolano para complacer el pleito personal del Presidente, que esta arrecho con Uribe desde hace años y no halla como desquitarse de las continuas derrotas diplomáticas que le propina el colombiano.
Pero el real problema es, amigos, que Mi Comandante como que esta convencido que una alharaca bélica en las fronteras le daría la oportunidad de deshacerse de los gobernadores de oposición de Táchira y Zulia; distraería la atención de los gravísimos problemas nacionales ocasionándonos uno mayor y a la final, pues él es un soldado al que le encanta jugar con armas y tanques, sin medir las consecuencias porque en realidad él no tiene sentido alguno de los límites, las medidas o las responsabilidades que debe asumir un Jefe de Estado.
No hay que acostumbrase a este estado de cosas. No hay que permitir las amenazas ni los regaños. Si alguien es culpable de lo que pasa en Venezuela es Hugo Chávez, porque él ha manejado omnímodamente todos los hilos del poder desde 1999. Si hasta ahora no ha respetado la voluntad de los venezolanos, la resistencia que encontrará lo va obligar a recular si tiene un mínimo de sensatez, porque nadie apoya su guerra. Algo de decisión en esta locura han percibido los observadores nacionales e internacionales, sobre todo cuando ven que el Presupuesto 2010 asigna siete veces y media más recursos al área de Defensa que a los presupuestos de lucha contra la inseguridad hamponil. Eso denota que a Mi Comandante le interesa más jugar a la guerra que proteger la vida y bienes de los venezolanos. Ojo, Presidente, ponga cuidado a su propia guerra interna, porque esta jugando con fuego y desde hace rato nos huele a quemao.
Charito Rojas