viernes, 21 de mayo de 2010

Chipocracia y mal de Chávez





No se trata de una travesura periodística, sino de legítimas denominaciones para la tragedia que envuelve y aprisiona a Venezuela. Ahora que los chipos y el mal de Chagas han vuelto por sus muy antiguos fueros como consecuencia básica de la grave crisis de insalubridad y la debacle del saneamiento ambiental de responsabilidad gubernativa, es dable hacer una comparación con el tipo de régimen político que impera en el país.



Para empezar la “tripanosomiasis” es una enfermedad parasitaria, y la llamada “revolución bolivarista” es una satrapía que vive a costa de la nación venezolana, alimentándose de su trabajo y riquezas, y depauperándola cuál parásito tenaz y habilidoso. Más de 900 mil millones de dólares ha consumido el parasitismo rojo-rojito, y la salud cada vez más deteriorada del cuerpo político, social y económico del país son la prueba de sus estragos.

La enfermedad suele ser transmitida por el célebre chipo, un insecto que a su vez alberga al agente infeccioso o el protozoo microscópico, cuyo nombre técnico es el Tripanosoma cruzi. Cómo entonces no hacer un paralelismo con esa endemia seudo-ideología del comunismo ramplón y el militarerismo depredador, que se anida en buena parte de la montonera que controla al Estado nacional y también aspira a dominar a todas las esferas de la vida venezolana…

El mal de Chagas, además, puede llegar a convertirse en una enfermedad crónica, que luego de un estimable período es que termina acabando con la víctima. En otras palabras, muchos conviven con el mal sin siquiera darse cuenta hasta que, quizá, sea demasiado tarde. Y acaso eso no es lo que ha ocurrido con la trayectoria del “proceso de cambios”, proclamado inicialmente como una suerte de redención democrática, cuando en verdad se trataba de la incubación progresiva de una autocracia tan decimonónica como destructiva….

El mal de Chagas no es una enfermedad nueva, como el mal de Chávez tampoco es una patología de reciente data. La vieja historia de Venezuela está repleta de caudillismos usufructuarios y de demagogos delirantes, que se ufanaban de hacer valer la democracia social, y dejaban a la patria en ruinas luego de concluir su ciclo de violencia y latrocinio. En pleno siglo XXI, el mal de Chávez representa una mutación de aquellas plagas para simular adaptarse a los valores de la cultura democrática que los venezolanos forjamos en el siglo XX.

En no poca medida, la neo-dictadura es eso: autoritarismo vestido de democracia, verticalismo adornado de participación, falseamiento barnizado de historia, manipulación disfrazada de esperanza.

Pero así como la voluntad nacional logró vencer las tendencias despóticas que se enseñorearon hasta bien entrado el siglo pasado, así se encontrará, de nuevo, el camino para superar la presente hegemonía, para dejar atrás a la Chipocracia y para derrotar las secuelas de su parasitosis: el agravamiento de los males tradicionales y la irrupción de numerosos males de su propio y exclusivo cultivo.

Fernando Egaña
ND
Mayo 21, 2010