Una de las tragedias silentes, aunque visibles, del pueblo alemán ha sido la condena que le ha hecho la historia por su aparente indiferencia ante la barbarie nazi. A no dudarlo ha habido defensas que han alegado ignorancia sobre lo que sucedía por parte de la ciudadanía. Sin embargo, cuando se conocen la magnitud de los asesinatos en los campos de concentración y los ataques, en sitio, a la población judía es difícil aceptar la teoría del “yo no sabía”.
Más de 60 años han pasado desde el Holocausto. Seguramente quedan hoy muy pocos testigos y víctimas de aquellos nefastos acontecimientos. No obstante, el sentimiento de culpa ha sido transferido de una generación a otra y, todavía, el pueblo alemán recibe críticas por lo que los vivos de hoy no tienen responsabilidad alguna. Pero así es la historia, intemporal y colectiva en sus castigos.
Todas las culturas sufren, en algún grado, del síndrome “yo no sabía” como coraza para no reconocer lo que está a la vista. Los venezolanos no somos una excepción y la tranquilidad con la que parte de la población voltea para otro lado ante los desmanes del régimen, hace evidente ése síndrome. Veamos:
“Yo no sabía” que sin razón habían cerrado Radio Caracas Televisión y que Globovisión está amenazada con igual destino.
Todas las culturas sufren, en algún grado, del síndrome “yo no sabía” como coraza para no reconocer lo que está a la vista. Los venezolanos no somos una excepción y la tranquilidad con la que parte de la población voltea para otro lado ante los desmanes del régimen, hace evidente ése síndrome. Veamos:
“Yo no sabía” que sin razón habían cerrado Radio Caracas Televisión y que Globovisión está amenazada con igual destino.
“Yo no sabía” que se perseguía, agredía y encarcelaba a periodistas por el “delito” de informar.
“Yo no sabía” que habían numerosos presos políticos por juicios amañados y otros sin sentencia.
“Yo no sabía” que se han confiscado tierras y empresas de personas con legítimos títulos de propiedad.
“Yo no sabía” que el régimen perdió un referendo sobre reformas a la Constitución y luego introdujo esas mismas reformas a través de Leyes Habilitantes.
“Yo no sabía” que el régimen miente descaradamente sobre los niveles de producción de PDVSA.
“Yo no sabía” que se pretende adaptar los programas de educación al dogma del socialismo del siglo XXI.
“Yo no sabía” que el Presidente ha sometido a su exclusiva voluntad las decisiones que, en forma autónoma, deberían tomar los poderes públicos.
“Yo no sabía” que el régimen compra y amenaza a los empleados públicos para que voten a su favor.
“Yo no sabía” que el Presidente le ha sustraído inconstitucionalmente atribuciones a los gobernadores y alcaldes y ha disminuido de manera grotesca las competencias del Alcalde Mayor.
“Yo no sabía” de la corrupción galopante que existe en todas las entidades del régimen.
“Yo no sabía” nada de lo anterior y mucho más de lo que sucede hoy en Venezuela. Pero llegará el día cuando la realidad nos golpeara inclementemente, entonces algunos dirán: “Yo no sabía que la vaina era tan grave” y otros alegarán que es imposible aceptar como verdad el “yo no sabía”. La alternativa es peor: “yo sí sabía pero no me importó”.
Hay que despertarse del sueño del “yo no sabía” y empezar a asumir la responsabilidad individual que todos tenemos por el desastre colectivo que hoy sufrimos. Las uvas están maduras y no hay esfuerzo de imaginación posible que las convierta en otra cosa. Es hora de mirar de frente a la enorme tragedia que como sociedad padecemos hoy: la pérdida progresiva de nuestra libertad individual. Samuel Johnson lo dijo en inolvidable síntesis: “la libertad política sólo es buena si produce libertad privada”. Hay que actuar sin temor convencidos de que el régimen no cambiará de rumbo porque contemporicemos con él. Recordemos a Churchill y su definición del apaciguador: “Es aquel que alimenta un cocodrilo con la esperanza de que se lo coma de último”.
A buen entendedor…
AQC