miércoles, 28 de octubre de 2009

Charito Rojas :Totumocracia




La totuma, adminículo en extinción en la cotidianeidad venezolana, ha sido resucitada por el verbo presidencial. La útil totuma o tapara, fruto de un árbol llamado taparo o higuera, sirve no solamente para los baños de 3 minutos, con champú incluido, que el Presidente se da en las toilettes de mármol de Miraflores, con la aclaratoria de “y no quedo hediondo”. No, la tapara también sirve de cuchara, para comer sancocho, para hacer maracas, para envasar quesos y también para darse un coqueto corte bautizado en su honor (de la tapara, no del Presidente), “corte totuma”. Y si le abre unos huequitos, también la puede usar como colador.



La totuma es un instrumento que ha sido relegado por otros adminículos, como la regadera, las cucharas de madera y de plástico, los coladores metálicos, las vajillas de melamina y las peluquerías unisex. Eso sí, todavía no se ha encontrado nada mejor para hacer maracas. A nosotros nos encantan las totumas, nos recuerdan a las abuelas, la tradición, los ancestros. Es decir, a nuestro pasado, pero creo que ningún venezolano quiere tener una totuma en su futuro.

Bañarse con totuma implica tener al lado un tobo. Y si nos bañamos con un tobo es que no hay ducha, Y si no hay ducha es que no hay agua. Si no hay agua las pocetas no bajan, las manos no se lavan, no se friegan los platos ni se limpia la casa. Los restaurantes cierran, las fábricas también, los comercios bajan la santamaría, los campos no se riegan y el ganado muere. La carencia de agua es una tragedia pero lo es más aún cuando es causada por la inmensa desidia de un gobierno que ahora, a estas alturas pretende nos bañemos con totuma y en tres minutos, cuando en once años no han hecho ni una campañita para ahorrar el vital líquido, “contimenos” un embalse.

“Se compran una planta o no les doy más luz”, amenaza el dueño del país a los centros comerciales, en especial a su favorito Sambil. La cosa es tan dramática que ustedes no nos quieren creer lo que venimos diciendo desde hace más de 10 años, pero este hombre no va a dejarlos ni hacer el amor en paz, porque hasta a los moteles les cortará el agua y la luz. Será que quiere que sigamos la ruta de la totumita de los indígenas que se iban a hacer sus necesidades (todas, toditas) a la orilla del río, que era el sitio más fresco - porque ¿quien se ejercita a dúo con ese calorón?-, con agua y además a la luz romántica de la luna y las estrellas. Ya quisiera ver yo a Cilia y a Maduro, a Luisa Estela y a Jaquelin, a Iris y a Tarek, dándose su bañito en el Göaire, acatando las líneas de Chávez.

Tal vez a la mitad del país, a ese 52% manifiestamente pobre, que nunca ha tenido ducha en su casa y por lo visto no tiene la menor expectativa de tenerla, el asunto de la totumita les haga gracia. Para quienes han pasado la vida robándose la luz del poste más cercano, el asunto de la electricidad no les haga roncha. Quienes nada han tenido, nada tienen que perder. Lo triste es que esta gente sin esperanza de un mejor futuro ha sido envenenada con un discurso de odio que los lleva a sentirse satisfecha con las pérdidas que sufren quienes tienen algo más que ellos. Esa es la gloria del comunismo: hacer a todos (menos a la clase gobernante) igualmente pobres, igualmente ignorantes, igualmente miserables. Y hacia esto va Venezuela con la Totumocracia que nos gobierna.

Sin criterios de desarrollo, cerrando todos los caminos a la libre empresa, asfixiando a la academia, burlándose de la educación, saboteando cualquier vestigio de modernidad y de cultura, el régimen se ha entregado durante una década a destruir lo poco o mucho que permitía hablar de nosotros como “un país en vías de desarrollo”. La ineptitud con que se han manejado los servicios, la ausencia de criterio al elegir a los profesionales y técnicos que dirigen las políticas públicas han llevado a un colapso ya muy cercano a la hecatombe final. Más de 500 apagones diarios sin orden ni concierto, fallas constantes en el suministro de un agua de pésima calidad sanitaria, abandono de las políticas epidemiológicas, negligencia en el mantenimiento de la infraestructura, irresponsabilidad en el manejo de los dineros públicos es la consecuencia de una revolución impuesta a punta de amenazas, cárcel, difamación, expropiaciones y leyes criminalmente aprobadas para satisfacer un proyecto personalista de un vivo que cree todavía que las guerras se ganan arrasando en llamas un país como lo hizo Ezequiel Zamora o torciéndole la voluntad a sus ciudadanos, como lo hizo Fidel Castro.

Yo creo que este hombre cumple con sus amenazas e irrespeta sus promesas. Desde aquel “por ahora”, se ha cebado en Venezuela como un doberman, con mandíbulas de hierro. Un Presidente que ordena a un pueblo que pasa penurias a ahorrar luz, a bañarse en 3 minutos, a no comer tanto porque engordan, a andar desnudos si la revolución así se los pide, a ser pobre porque ser rico es malo, es el mismo que ha aumentado sus gastos personales en el presupuesto del 2010 en 638%, mientras rebaja las asignaciones para los Ministerios de Educación, Interior y Alimentación. Lo que significa que el Comandante viajara mas, se vestirá mejor, dará banquetes a sus amigos mientras las Universidades cierran sus áreas de investigación y nuevas carreras, mientras la seguridad carece de planes y presupuesto, mientras el pueblo padece desabastecimiento. Las protestas diarias de los verdaderos dueños de Venezuela no le quitan el sueño a este hombre que pretende gastar el próximo año 420 millardos en “ampliar el papel de Venezuela en la geopolítica internacional”, lo que se traduce en pura promoción personal en el exterior.

Tal irresponsabilidad, aunada a la manifiesta ineptitud para conducir el país hacia la prosperidad, tendrá fatales consecuencias. El gobierno transita rutas obsoletas, métodos del pasado, esta descubriendo el agua tibia cuando ya los venezolanos habíamos probado el vapor y los jacuzzis. Los habitantes de esta república bolivariana no ven la hora en que verdaderos gerentes se pongan al frente de las empresas básicas y de servicios, que verdaderos legisladores hagan leyes para el pueblo y no para el gobierno, que verdaderos magistrados administren justicia ciega y oportuna, que transparentes rectores del CNE devuelvan la confianza en el voto.

A esta gente que nos gobierna hay que enviarla a estudiar cómo dar calidad de vida a sus gobernados en países del primer mundo y prohibirles que se reúnan con mal vivientes del quinto mundo que les siembran malas ideas, sobre todo a nuestro criollo descubridor del hilo negro. Debería darse un paseíto por Dubai, país petrolero de los Emiratos Arabes donde se han construido los más grandes y hermosos desarrollos habitacionales, parques de diversiones, hoteles siete estrellas y el más bello paisajismo. Todos con luz y aguaÖen medio de un desierto. Producen 245.000 barriles diarios de petróleo y esto sólo representa el 6% de los ingresos del pequeño país que ha hecho del turismo y la recreación sus principales fuentes de ingreso. Ellos saben que en 20 años el oro negro ya estará agotado y para ese entonces, serán una atracción turística mundial. Esos sí que no tienen una tapara por cabeza.