martes, 27 de abril de 2010

Antanas Mockus: ¿Otra avalancha hacia la tragedia?




No es el primero ni será el último caso de un deslave electoral provocado por un súbito encantamiento con uno de los candidatos emergentes para hacerle frente a una situación política compleja. ¿Regresión a los caprichos de la infancia o salto al vacío? El primero de esta serie de desastres recientes ocurrió en Perú, en donde un ingeniero agrónomo de origen japonés, hasta poco antes de su emergencia absolutamente desconocido de la ciudadanía, un tanto excéntrico y voluntarioso, montado en un tractor y sin mayores antecedentes creció súbita y violentamente en las encuestas hasta tener la fuerza de respaldo social suficiente como para derrotar en las urnas a uno de los peruanos más brillantes y preparados de su historia contemporánea: el gran intelectual y novelista Mario Vargas Llosa. Nos referimos a Alberto Fujimori. Hoy, después de un gobierno aterrador y las mayores corruptelas y violaciones a los derechos humanos provocados por su gobierno neo dictatorial, está encarcelado. No por azar junto a su enemigo jurado, el líder de Sendero Luminoso.

El segundo de los casos lo protagonizó un golpista redomado que se salvó de cumplir condena por la debilidad de un anciano que se montara por segunda vez en la presidencia de la república gracias al desafuero del teniente coronel de marras y ocurrió en una sociedad absolutamente desorientada, caprichosa e inmadura, que rechazó poner su parte de sacrificio en la estabilización de su país y siguió como embrujada el espejismo del caudillo salvador hasta dar en la peor crisis existencial de la historia republicana. Nos referimos a los venezolanos. Nos referimos a Hugo Chávez.

En ambos casos, el factor detonante de esos suicidios consumados no fueron los sectores populares. Fueron las clases medias, volátiles, desmemoriadas y prontas a disfrutar de las tortillas pero dispuestas a rechazar escandalizadas la quiebra de los huevos que las hicieran posibles. Peor aún: inclinadas a patear al cocinero a la primera de cambio y repudiar lo que ayer adoraran, según el orden de los cambios climáticos. Para terminar siendo las primeras y principales víctimas de esos partos contra natura.

Innecesario, aunque inmensamente útil, recordar ambas nefastas ocurrencias ante el deslave electoral que parece estar en curso en la hermana república de Colombia. Conveniente hacerlo, para ver si a última hora la sociedad colombiana, que puede permitirse el lujo de este amor a primera vista con Antanas Mockus gracias al sistemático trabajo de seguridad democrática realizado por sus fuerzas armadas y la lucidez del liderazgo de Álvaro Uribe y su ministro de defensa Juan Manuel Santos, logra reaccionar a tiempo como lo hiciera muy recientemente la sociedad chilena. Que fuera sorprendida con otra avalancha mediática – la del joven Marco Enríquez-Ominami - que pudo terminar en muerte súbita de su laboriosa democracia si no hubiera sido por la madurez política de un país que ya no cree en brujas – o brujos – voladoras. Optó por la sensatez, decidió por Sebastián Piñera y se enrumba a ser el primero de nuestros países en integrarse al privilegiado concierto de naciones del Primer Mundo.

Poco importa si los pescadores en el río revuelto de las veleidades mediáticas sean de los dientes afuera de derechas, de centro o de izquierdas. Quiéranlo o no, todos terminan siendo tontos útiles del totalitarismo. Pues no es su ideología la que los convierte en espejismos electorales. Es la promesa especular de aliviar la carga de las responsabilidades colectivas, echársela a los hombros de los antiguos gobernantes y asegurar que cumplirán con los anhelos más profundos de las mayorías desencantadas. Sobre todo del mal de males que está en vías de superarse: la guerra contra el causante de la guerra. Por eso la comparación con el berrinche infantil que exige la reparación de culpas – ilusorias o reales, poco importa – y el borrón y cuenta nueva. Como si en política fuera posible hacer tabula rasa con nuestra propia identidad, nuestras luchas y nuestros combates.

Fujimori prometió erradicar la violencia. Implantó una dictadura. Chávez, terminar con la corrupción. Ha dilapidado novecientos cincuenta mil millones de dólares. Y ha establecido una neo dictadura infinitamente más grave que la de Fujimori, pues además de totalitaria es expansiva e imperial. Si no ha logrado su propósito de controlar el Pacífico bolivariano se debe no sólo a la oposición interna, que se ha jugado la vida por hacerle frente. Sino porque su principal aliado en dicho proyecto – las FARC – y su principal estrategia – hacerse con el poder político de Colombia tras el sueño bolivariano de la Gran Colombia – fue enfrentado exitosamente por el binomio Uribe – Santos.

Esa tarea no ha concluido. América Latina se encuentra frente a la encrucijada entre dictadura o democracia. Chávez está a las puertas de un gran colapso. La democracia activa y combatiente está a punto de ganar la partida. Ya lo hizo en Honduras, en Panamá, en Costa Rica, en Chile. Lo hará en Argentina y Brasil. Sería un error gravísimo que la sociedad colombiana, encandilada por el espejismo de una paz inconclusa, le hiciera caso a los cantos de sirena y pateara el tablero que tanta sangre, sudor y lágrimas costó construir. Sería un gravísimo error que los colombianos interrumpieran la política de seguridad democrática y le tendieran la mano al tirano que amenaza armado hasta los dientes desde el vecindario. ¿O es que el síndrome de Estocolmo terminó por quebrar el temple de un combate ejemplar? Provoca recordar el refranero venezolano que refleja con insólita perspicacia la situación que podría llevar a la retirada que representa Antanas Mockus: los colombianos “mataron al tigre y le tuvieron miedo al cuero”. El tiempo tiene la respuesta.
Antonio Sánchez García

jueves, 22 de abril de 2010

Chuletas de cerdo, pollos y Coca Cola



Aún se discute la autoría de la famosa frase LOS PUEBLOS TIENEN EL GOBIERNO QUE SE MERECEN. Algunos la atribuyen a don Miguel de Unamuno, el frontal y valiente filósofo español que se enfrentara al general Millán Astray cuando, fascista redomado como era, hacía una apología de la muerte. “Venceréis”, le dijo Unamuno al general franquista, manco y derrengado por las balas: “pero no convenceréis”. Otros la atribuyen a Moura, un político, también español, del siglo XIX.

La polémica afirmación me viene a la mente ante la sarta de imbecilidades que los prohombres de ese esperpento llamada ALBA y algunas de sus aliadas se permiten afirmar ante el mundo tan sueltos de cuerpo y sin que se les arrugue el semblante. Tan acostumbrados están estos caudillejos y caudillejas a moverse entre imbéciles, que creen lo más natural del mundo afirmar que hay que comer a diario chuletas de cerdo pues quien lo dice, supuestamente una dama - la ajada presidenta de Argentina doña Cristina Fernández de Kirchner -, asegura tienen propiedades afrodisíacas, lo que además, con un dejo de orgullo barriobajero y prostibulario, afirma comprobar a diario. Razón tiene el capo di mafia que es su socio político, don Néstor Kirchner, en mirar el mundo con ojos desorbitados por el extravío. Verse obligado a diario a dar cuenta de las chuletas de cerdo deglutidas por su esposa y contertulia en la cama de palacio lo tienen mirando en sentidos contrarios.

En Venezuela estamos acostumbrados a esas boutades. Chávez, polvoriento y cuartelero, las suelta con el clásico desenfado de los analfabetas con tanque propio. Desde el “esta noche te voy a dar lo tuyo” hasta el “enróllense sus medios y métanselos por …el bolsillo” hasta su reiterada invocación a las plastas de los escuálidos, ya estamos escamados ante tanta estupidez gobernante. Seguro que aprueba en todos sus términos las afirmaciones de Madame Botox y del en mala hora presidente de Bolivia, Evo Morales. Del cual hasta ahora sólo se sabía que era cocalero, indigenista y castro-chavista hasta el tuétano. Desde hace un par de días sabemos, además, que es experto en sabiduría precolombina, adobada de ocurrencias filogenéticas y ex abruptos cientificoides. Si Stalin se permitió dictar cátedra sobre leyes de la genética y dárselas de primer científico de la URSS, ¿por qué el líder de los cultivadores de coca y presidente por la gracia de dos o tres golpes de Estado debidos a la mano de Castro y Chávez no podría darnos a conocer sus últimas investigaciones en leyes causales de fenómenos tan polémicos como la homosexualidad y la calvicie?

Ya tiene el Papa Benedicto XVI una razón de suficiente peso científico como para disculpar la pedofilia de algunos de sus curas: en el seminario comieron demasiado pollo. Y como la palabra de Evo Morales es santa palabra, quien come pollo termina maricón. Puede que se salve de tan grave desviación, caso en el cual terminará calvo. Pues la ley del pollo no aclara en qué porcentajes sus consumidores terminar gays o pelones, o si es posible que vengan a dar a la desgracia de ser no sólo maricas sino pelados. Instrumento de dominación imperial capaz de destapar las más colapsadas cloacas, la Coca Cola es otro maléfico invento del imperialismo norteamericano. Según la sabiduría cocalera, quien la consume no sólo se subordina al Imperio, sino que ayuda a la disolución de sus propias entrañas.

Estamos a la espera de los dichos de Daniel Ortega y de Rafael Correa, para poder editar la enciclopedia de los imbéciles. Ya Lula escribió su frase de bronce, cuando afirmara en Hamburgo, ante un grupo de empresarios alemanes, que “el gobierno de Hugo Chávez es el mejor gobierno de Venezuela en sus últimos cien años”. Frase digna de un imbécil. Parece ser cierto: los pueblos tienen los gobiernos que se merecen.
Pedro Lastra
ND

lunes, 19 de abril de 2010

El Bicentenario


Hugo Chávez ha usurpando esos doscientos años que median hasta hoy desde la independencia de la América hispana para su exclusivo servicio, y los ha unido de manera sectaria a su revolución impregnada de comunismo marxista. Levantó una tramoya de cartón, cal, brochazos de fachadas, recubrimiento de huecos y floreros ornamentales al mejor estilo de una fiesta de pueblo aderezada de confites, cohetes y papelillos de colores.


A la tragonería estilo Gargantúa, vendrán los "tírame algo" a elevar, si aún cabe y posible fuera, el ego inconmensurable y el culto a la personalidad del más magno héroe patrio que viera este latifundio de aves anidando en los triviales picos de la cordillera del Ávila.


Alguien dejó dicho – Sebastián Haffner - , y cuando se trata de la Venezuela actual se desnuda esa verdad, es decir, "la autocontemplación y egolatría nacionales, es en todas partes una enfermedad mental peligrosa, capaz de desfigurar y afear los rasgaos de una nación, igual que la vanidad y el egoísmo desfiguran y afean los rasgos de una persona".


Esto sucede de manera cicatera cuando el chavismo, ante el expreso deseo de de su máximo líder, conmemora el Bicentenario de la Independencia – lo cual debiera ser una jornada indivisa de todos y para todos los venezolanos sin distinción ideológica -, sombreado de tonalidades quiméricas anexas a intereses patrioteros imbuidos de una enorme vanidad.


El botafumeiro a la revolución resultará apabulladamente dulzona, mientras las arengas estilo cuartelario, grandilocuentes, fatuas y hueras, reflejarán más de lo mismo: resentimiento, insultos canallescos y la permanencia en el poder hasta que toda la nación marche al unísono de los notas de "La Internacional" y no la Marcha de Radetzky.


Las recientes encuestas nos muestran que el pueblo le ha perdido la confianza a Hugo Chávez y no comparte ya su ideología, la cual pasa por implantar una autocracia forzosa.


El patriotismo mal encarado, nada perspicaz, abusivo en demasía, engañoso, espeluznante en su concepción más básica, es lo contrario al significado del amor a la tierra heredada de nuestros mayores.


Así lo dice Fernando Savater, y ahora, dadas las magras circunstancias por la que atraviesa la Patria Grande de Bolívar, debiéramos asimilarlo como sustentáculo a una verdad irreversible:

"Del sentimiento de amor al propio terruño no se deriva forzosamente la ideología nacionalista, del mismo modo que el incesto no es una consecuencia del amor filial: en ambos casos se trata de desbordamientos morbosos y probablemente indeseables".

Esta fecha independentista - al decir de la Mesa de la Unidad Democrática -, al ser de todos, debería unirnos en una reflexión sincera acerca de los ideales de los fundadores de la nacionalidad, y recordarnos que una República es un proyecto social fundado en la libertad, la igualdad, la justicia y el respeto a una legalidad, que son las bases para vivir y progresar en paz.

Es decir, hablando en criollo: No nos ame usted tanto, Comandante- Presidente; no nos dé huesos calcinados al sol, facilítenos nuestra libertad, esa por la que luchó hasta la muerte en San Pedro Alejandrino el Libertador. No usurpe la gloria de una gesta y la voluntad de un venerable muerto.
Rafael del Naranco

domingo, 18 de abril de 2010

Caracas socialista lista para el Bicentenario






Este gobierno de militares escapados de los cuarteles desde 1992, quienes estudiaron para ser soldados, pero que en el camino se arrepintieron y les dio por ser estadistas y gerentes públicos, tiene la maña de ponerle el remoquete de socialista a todo lo ya existía. Es así. Lo que ya existía. En este régimen no hay nada nuevo. Todo es apropiado, expropiado, asaltado, tomado, nacionalizado, cubanizado. Y rebautizado.

Esa es la clave. Cuba, la Cuba de Fidel Castro es la inspiración de este gobierno. Eso, a estas alturas, ya lo sabe todo el mundo. Vamos directo a ser una copia del régimen dictatorial, empobrecedor y hambreador de los hermanos Castro y la macollita que los respalda. Aquí es igual. Un grupito de militares se lanza un golpe, fracasa y vuelve, aprovechando las ventajas de la misma democracia que querían volarse para apoderarse del país y, por lo que ellos mismos dicen, no soltar más nunca el poder.

La estafa cubana se repite en Venezuela. Pero, en estos días de celebraciones de próceres y héroes, como le encantan al chavismo (aguardiente, comida y vagancia ¡beberemos!), a los revolucionarios les dio así como pena tener a Caracas como un chiquero y de un día para otro arrancaron a pintar todo de amarillo para que la reina argentina y el resto de monarcas invitados no vean de cerca tanta cochinada y tanta desidia. Como es de sospechar, algún negocio raro habrá detrás de tanta pintadera. Porque esta gente no pela. Ya se sabrá.

Si Caracas socialista, bien vestida y medio limpia, depende de la visita de la reina del Botox, pues lo mejor es que se mude para Miraflores. Igual, si Chávez le dio trabajo a Zelaya más rápido será con esta Miss en retiro. Lo importante es que podamos vivir sin tanta basura y tanta ruina, aunque eso cueste crear una agencia de turismo para que los jefes del mundo se la pasen aquí. Seguramente habrá que mandar a hacer otras 500 espadas de Bolívar, pero qué más da.

Como más nunca veremos a Caracas socialista como lo fue hasta ahora: un chiquero imperial, dejaremos para el recuerdo algunas fotos tomadas en estos mismos días previos al festín revolucionario. Así se construye un país. A punta de cobas y a fuerza de propaganda.
ELIDES ROJAS

sábado, 17 de abril de 2010

Culto a la capucha


Los primeros modelos de capuchas sin duda fueros las máscaras, utilizadas en ritos paganos, el teatro griego y festividades carnestolendas. Con el paso de los años era fácil reconocer al villano en un western porque a manera de capucha, con un pañuelo, tapaba su rostro para cometer sus fechorías.

Pasando por alto a caperucita, al Fantasma de la Ópera y al mismo Llanero Solitario –los cuales tenían sus razones obvias- , las motivaciones que imperan para ocultarse el rostro tras una capucha, van desde la inseguridad en los ideales propios, pasando por el sentido fetichista de poder, hasta las más inconfesables intenciones.

Razones tenían el Ku Klux Klan, ETA, Al quaeda, los militares torturadores de todo el planeta que encapuchan a sus víctimas, los que asaltan y colocan bombas en la UCV, y razones tiene el régimen, para seguir encapuchando a sus seguidores, los cuales sin ella son solo un disfraz revolucionario.

¿Por qué temen a unas rejas que protegerá a la casa que vence las sombras? ¿Será que acaso temen que después de cometer sus tropelías, se queden atrapados dentro y se les caiga la capucha? Han llegado hasta el colmo de encapuchar a Simón Bolívar, como imagen a seguir por las llamadas Guerrillas Comunicacionales, ¿sabrán a tiempo esos niños y jóvenes que la capucha no puede ocultar la miseria del alma?

No lo sé pero aquí está pasando lo que al personaje que creó Allan More, hacia 1951, llamado El Hombre de la Capucha Roja, le sucedió. Lo descubrieron, y todo le salió mal convirtiéndose en el famoso Wason, psicópata que se ríe de sus felonías, tras su cara desfigurada, o como quieran de su capucha o de su disfraz. Allí está, riéndose a cada momento de todos nosotros.

Qué pena, si los creadores de los comics hubiesen imaginado para qué se usan hoy en día las capuchas, sus héroes jamás las hubieran usado.
ALEJANDRO ARISMENDI

jueves, 15 de abril de 2010

FAN FARRON




Una joven estudiante de la Unefa, emparentada con un trabajador de
este diario, contó que hace unos días, cuando fue informada de que
debía participar en el acto de "juramentación" de la Milicia, recibió
un arma "que en mi vida he disparado" y que no supo identificar.
¿Kalashnikov? ¿Fal de los viejos? ¿Uzi? "Yo qué se".

Ella asistió, desde luego y dijo "Presente" cuando pasaron la lista.
"No quise correr el riesgo de que me boten". Anécdotas como esta las
hay por docenas e ilustran como es que en verdad funciona la inefable
Milicia Nacional Bolivariana.

Pero el formato del acto, aún a sabiendas de lo fofa que es la tal
"Milicia", no dejaba de producir la siniestra impresión de las paradas
de la SS nazi. Era, probablemente, el efecto que se buscaba.

Creada inconstitucionalmente, puesto que la proposición fue rechazada
en el referéndum de 2007, dio lugar en su momento a los acostumbrados
anuncios hiperbólicos del Supremo. Dos millones de venezolanos,
gritaba este, habrían de formar parte del susodicho cuerpo. Al sol de
hoy, organizados de verdad, según fuentes castrenses, no hay mucho más
de dos decenas de miles de "milicianos".

Para el acto del martes, arreados de todo el país ­como lo
testimoniaban las largas filas de autobuses­, estudiantes de la Unefa,
empleados públicos, trabajadores de empresas del Estado, "campesinos"
y todo aquel que quisiera darse una vueltica por Caracas a cambio de
un estipendio modesto y del kit "revolucionario", vinieron a hacer
bulto en el "Juramento".

Más que para la propaganda y para reforzar el propósito de militarizar
a la sociedad, así como para la intimidación, el acto sirvió también
de escenario para que Chacumbele repitiera su brutal discurso de
siempre, con las consabidas amenazas, asociadas, como es habitual, al
disco rayado del inefable "magnicidio". Nada nuevo bajo el sol.

Teodoro Petkoff

miércoles, 14 de abril de 2010

Guerrilla comunicacional o contraofensiva revolucionaria





Hugo Chávez opta por el camino de la radicalización, con Cuba como referencia “las guerrillas comunicacionales”, integradas por jóvenes liceístas, representa un nuevo paso para controlar el creciente malestar político y social debido a la ineficacia para resolver los problemas como la crisis eléctrica y el desabastecimiento del agua, la carestía, el aumento de la pobreza, el desempleo, la inseguridad y la corrupción.



Aunque no se haga mención directa a Cuba, esta iniciativa ­como fueron también los círculos bolivarianos, los consejos comunales y la milicia­ sugiere paralelismos con los comités de defensa de la revolución (CDR) castristas, grupos vecinales conocidos como “los ojos y los oídos de la revolución”, que espían y vigilan a los vecinos para defender el Gobierno de La Habana de la incursión imperialista.

Los CDR inventaron los mítines de repudio, para acosar y agredir a los opositores; se trata de prácticas abominables, características de sociedades donde el odio es política de Estado. Chávez busca “cubanizar” a Venezuela al copiar estructuras de organizaciones políticas del régimen comunista, como los CDR y otras organizaciones de masas que involucran a todos los sectores sociales. Con la juramentación de “las guerrillas comunicacionales” Chávez lanzó una “contraofensiva revolucionaria”, para acallar las protestas cada vez más virulentas de trabajadores decepcionados y ataques de una oposición que podría lograr en septiembre una mayoría parlamentaria. El objetivo de estas “guerrillas comunicacionales” es difundir y afianzar la ideología revolucionaria entre los jóvenes, para que se entreguen a la defensa de la revolución bolivariana, serán sus ojos y oídos, infiltrados como una plaga en los medios de comunicación para amedrentar a la prensa crítica. Harán lo mismo en foros, colegios, universidades y se convertirán, como en Cuba, en “alimañas repugnantes” ­así llamados por los mismos cubanos­ para espiar, denunciar y delatar a sus compañeros sin remordimiento.

Qué duda cabe, con la presencia de los “guerrilleritos” intentarán hacernos la vida imposible cuando exijamos respeto por nuestros derechos constitucionales, tal como lo vimos en la última reunión de la SIP, en Aruba, cuando una cuadrilla de supuestos periodistas alternativos que, como la sombra del vampiro, se dedicó al saboteo y amedrentamiento.

Una acción que tuvo como resultado el proceso judicial iniciado contra Guillermo Zuloaga, presidente de Globovisión
Marianella Salazar
El Nacional

domingo, 11 de abril de 2010

Mujeres cubanas



A comienzos de la década de los noventa estuve en La Habana. Formé parte de un grupo de intercambio y de cooperación binacional que pasó una semana en la isla. Después de una entrevista en la televisión, recorrí junto a un antiguo director todo el canal. Había un rumor de sal en esos pasillos vacíos. Como si de alguna forma el sonido del mar estuviera atrapado detrás de las sombras del canal. Nos sentamos a conversar cerca de la puerta de un viejo estudio, casi abandonado por la crisis económica y los racionamientos eléctricos. Irremediablemente tropezamos con el tema más urgente de esos días: el apabullante turismo sexual que se movía en ese tiempo en Cuba. Ya había visto yo, en la marina Hemingway y en el malecón, a una muchedumbre de visitantes, italianos y españoles sobre todo, buscando "templarse" a las mujeres de la patria. Era un espectáculo trágico. Un trueque humillante. Pagaban con veinte dólares, con un bluyín, con algo de comida o con un producto de aseo personal comprado en las tiendas especiales para turistas. "Yo las entiendo ­me dijo el director­. Hay necesidad. Pero también me da tristeza. Por más que sea, son cubanas".

Las declaraciones de Fidel Castro, en esos mismos días, fueron totalmente distintas.

Acorralado por la realidad, reconoció que sí, que tenían problemas, que en Cuba había jineteras, pero que ­a diferencia del resto de América Latina­ esas mujeres habían estudiado; que eran las prostitutas más cultas de todo el continente. Sus palabras delataron crudamente la verdadera urgencia del poder en la isla: salvar la revolución. Antes que nada. De cualquier forma. Esa es la prioridad.

La anécdota, además, es dolorosamente patética dentro del simbolismo que puede tener la prostitución en Cuba.

Entre otras cosas, la insurgencia guerrillera acusaba a Batista de haber convertido al país en el "burdel del Caribe". Tres décadas después, el burdel estaba ahí, todavía, flotando sobre el mar. La gran diferencia residía en que las putas habían estudiado odontología o tenían un posgrado en ciencias sociales y habían leído a Karel Kosik. No hay duda. La revolución tiene grandes ventajas.

Hace unos días se anunció que Cuba abriría una casa de la Alba para apoyar a "intelectuales latinoamericanos". El objetivo, según señaló el viceministro de Cultura, Fernando Rojas, es "promover y legitimar a los intelectuales de la región sin que tengan que pasar por capitales de países ricos". Resulta ridícula la argumentación, sobre todo pensando en Venezuela, país rico que invierte grandes capitales intentando que algún intelectual se convierta en entusiasta vocero del gobierno. Porque de eso se trata. Porque el verbo legitimar, en boca del Estado, desdibuja los límites y ablanda las diferencias entre un trabajador cultural y un funcionario oficial. Propone el riesgo de convertir la creatividad en un protocolo. Es la misma prioridad, el mismo esfuerzo: salvar el poder, protegerlo del enemigo. La revolución nunca se equivoca porque es una víctima, porque siempre actúa en defensa propia.

Unas semanas atrás, las Damas de Blanco fueron reprimidas durante una manifestación en La Habana. No sólo actuó en contra de ellas la policía sino, también, un grupo de supuestos espontáneos ciudadanos. Las Damas de Blanco, en el fondo, están pidiendo que sus familiares detenidos tengan las mismas posibilidades y los mismos derechos que tuvo Fidel Castro cuando estuvo preso y fue juzgado en un proceso transparente en el cual, incluso, él mismo pudo defenderse.

Los presos políticos de hoy, en Cuba, quieren esa misma oportunidad. Pero la historia revolucionaria sólo está dispuesta a absolver a Fidel.

La consigna que coreaba la brigada de ciudadanos que atacó y reprimió a las Damas de Blanco retrata también, de manera precisa, el espíritu que se repite en todas estas líneas. "¡La calle es de Fidel!", gritaban, al tiempo que empujaban y amedrentaban a las manifestantes. Es una consigna magnífica. Expresa tan puntualmente la omnipresencia del poder, el control del Estado de cualquier experiencia pública, el secuestro absoluto de la vida ciudadana. Otra vez, ahí está la única prioridad. Salvar la revolución. Aunque eso signifique la multiplicación de las cárceles aun fuera de las cárceles. De un lado o de otro de las rejas, ni siquiera la calle te pertenece. Ni siquiera es tuya la posibilidad de protestar.

Ningún intelectual de la Alba se ha pronunciado. Ninguno de estos pensadores o artistas, que necesitan una casa en La Habana para sentirse promovidos y legitimados, ha escrito media línea sobre las Damas de Blanco. Quizás les parece que no son cultas, que no tienen un posgrado o que no saben quién fue Karel Kosik. Tal vez su único delito sea justamente ése: sólo son mujeres cubanas.
ALBERTO BARRERA TYSZKA
abarrera60@gmail.com

miércoles, 7 de abril de 2010

WILMER NO TIENE TATUAJE. VALERO SI




Esta perlita que aparece arriba, Edwin Valero, es un personaje que hubiera servido de tema para una edición especial de la obra de Edecio Lariva Araujo, "El Elogio de la Adulancia".
Así como hay los premios Oscar o Grammy en diversas categorías, en la Venezuela de hoy podríamos instituir el Gran Mecate de Oro. Y es que la competencia de jaladera de mecate o jaladera de bolas al Iluminado de Sabaneta, que se desarrolla a cuchillo entre las focas y los focos, debe ser medida, reconocida, premiada y registrada para la historia, como una de las épocas en que la adulancia y el servilismo han alcanzado niveles vergonzosos para gentilicio venezolano.

Este malandrín con suerte, ha llegado al extremo de tatuarse en su pecho la cara del Iluminado de Sabaneta con la bandera nacional de fondo. Jamás podrá negar su adhesión y su incondicionalidad, ha grabado el testimonio de su jalabolismo en su desvergonzada humanidad. Pero Valero, ha sido recompensado generosamente por su ejemplar jalabolismo.

Este truhan tiene una larga historia de fechorías de diversa naturaleza que lo convierten en una vergüenza del deporte nacional y opacan su record de 27 nocauts en 27 peleas.

En abril de 2009, Valero fue señalado como el autor de un disparo que hirió a su esposa en una pierna, alegó que el disparo había sido hecho por desconocidos a bordo de una motocicleta. Por supuesto no hubo investigación ni su esposa acobardada por su violencia e impunidad denunció los hechos.

El 6 de julio de 2009, Valero fue detenido por la Policía de Ejido por porte ilícito de armas y seguramente abrió su camisa para mostrar su licencia para delinquir: la imágen del Iluminado tatuada en su piel. Fue puesto en libertad y tampoco hubo investigación alguna ni cargos por parte del Ministerio Público.

Luego en Septiembre de 2009, fue nuevamente detenido por golpear brutalmente a su MADRE Y A SU HERMANA y otra vez fue puesto en libertad, a decir de las "autoridades" "porque su madre y su hermana negaron la agresión..." seguramente para evitar otra golpiza del autorizado para agredir y delinquir por sus méritos de insigne jalabolas.

Y como si esto fuera poco, el 23 de Marzo agredió de forma salvaje a su cónyuge, causándole lesiones gravísimas, entre ellas la fractura de dos costillas, una de las cuales le perforó un pulmón. Su abogada defensora alegó que la señora se había caído de una escalera, defensa acogida por el Fiscal del Minsiterio Público, sin realizar ninguna experticia ni otra diligencia forense para determinar el verdadero origen de las lesiones. El Fiscal,en respeto al del tatuaje, concluyó diciendo que en vista de que la esposa no lo acusaba, el no podía solicitar una acción penal contra Valero, como si tal delito no fuera de acción pública y sin posibilidad de acuerdo reparatorio de confomidad con la ley. Con la velocidad del rayo el 29 de Marzo el Juez de Control ordenó que Valero, quien presentó síntomas de intoxicación etílica y drogas, fuera sometido a seis meses de rehabilitación en un hospital psiquiátrico. Y uno se pregunta ¿si no agredió a su esposa, si no cometió ningún delito, a cuenta de qué ordena su reclusión en un hospital? Tal vez el juez quizo dar una muestra de dignidad aunque fuera chucuta.

Así, el record boxistico de Valero a pasado de 27 nocauts a 30, si se incluyen los de su madre, su hermana y su esposa, propinados en valientes y sangrientos combates con estas temibles rivales. El modelo de golpear a las mujeres viene desde lo más alto del poder.

La conducta violenta de Valero, sin duda, es consecuencia de ver cada día en su pecho la cara del más descarado instigador a la violencia que ha tenido Venezuela en toda su historia. Por eso es criticable la decisión del juez, que en lugar de mandarlo a una rehabilitación, ha debido ordenar que le borraran del pecho esa imagen estimuladora de violencia y desafueros, para ver si así limita su salvaje agresividad a sus combates en el cuadrilátero.

Sin embargo, a pesar de esta cadena de delitos violentos del imbatible recordman del jalabolismo, nada le ha pasado. Sigue feliz como una lombriz, con sus peas y sus tronas, jodiendo a quien le dé la gana. Impunidad garantizada a cambio de reptar cual gusano cualquiera en medio de su ignorancia. El tatuaje de Valero, lo autoriza a delinquir.

Pero el diputado Wilmer Azuaje, a quien acusan de, supuestamente, haberle "alzado la voz" a una funcionaria del CICPC, no de haberle fracturado unas costillas con perforación de pulmón, ni haberle dado un tiro ni un pescozón, en cuestión de horas fue despojado de su inmunidad parlamentaria, sometido a juicio y arresto domiciliario. Pero Azuaje no tiene tatuaje con la cara del Iluminado. Valero si. Valero no solamente grita a las mujeres sino que está autorizado a reventarlas a golpes. Es la justicia chavista en acción.

Y esto me lleva a concluir que más de uno de los integrantes de la comparsa presidencial (Diosdado, Papi Papi, Jesse, Barreto, Merentes, Gineira Jakima, Bernal, Blanco La Cruz, etc., etc.) deben tener tatuada la imagen del Iluminado en algún sitio de su cuerpo, dada su impunidad absoluta. Y por la violencia y apasionamiento de su lenguaje en defensa de las tropelías del Iluminado, sospecho que más de un embajador de la Robolución,
de Washington a Madrid y de Lisboa a Brasilia, la debe tener tatuada, por discreción "diplomática", en sus más recónditos pliegues corporales, para asegurarse así los favores del dictadorzuelo.


JOAQUIN CHAFFARDET

sábado, 3 de abril de 2010

Putin en Caracas




Vladimir Vladimirovich Putin, el mandamás de la Federación Rusa, visita por primera vez Venezuela. Durante los ocho años que fue Presidente no aceptó venir a pesar de que Caracas intentó, sin éxito, condicionar compras bélicas y convenios económicos a la muy demandada visita. La profesional cancillería rusa y el inescrutable Kremlin buscaron las fórmulas, es decir la excusas de rigor, para explicar el porqué era imposible concretar una visita de reciprocidad a las inusualmente frecuentes paradas en Moscú del presidente Chávez.

Aparte de sorpresiva, esta visita es particular. No es usual que un líder ruso salga solo por un día a un viaje lejano que no tiene ninguna otra escala o propósito. Esto contrasta con la disciplina de un servicio exterior ponderado. De por sí, esto indica que este viaje no es iniciativa de quienes rigen la política exterior sino de aquellos que en el gobierno y en el sector privado ruso ojean a Venezuela como suerte de botín.

No es secreto que los rusos, al igual que otros, están sumamente frustrados por lo complicado que resulta hacer realidad las cartas de intención y otros papelitos que tanto le gusta firmar al Teniente Coronel cuando viaja al exterior. Para un país con tradición autoritaria es inexplicable que las palabras y la firma de un autócrata, por más caribeño que sea, no valgan para materializar promesas y obligaciones contractuales.

No obstante, los cuantiosos recursos de la muy bien ubicada Venezuela justifican cierta tolerancia. La posibilidad de conseguir términos y condiciones irrepetibles de un gobierno que busca salvavidas aconseja obviar, por ahora, la falta de palabra y las otras carencias de los bolivarianos.

Los viajes de Hugo Chávez a Rusia, muchos de ellos auto invitaciones, darían para varios tomos de qué no hacer cuando se viaja fuera de casa. Como muestra, en un viaje uno de los aviones de la comitiva estuvo a punto de ser derribado por un caza ruso por haber penetrado el espacio aéreo del país sin permiso alguno. En ese mismo viaje los espalderos del presidente de Venezuela pisotearon, literalmente, a la jefa de protocolo de la cancillería rusa en su afán de proteger a mandatario quien era recibido con alfombra roja y guardia de honor en una fortificada base aérea. Las respectivas notas de protesta por estos incidentes resultaron en una tercera al no ser respondidas las primeras comunicaciones.

Tanta falta de seriedad, y el repetido incumplimiento de lo acordado, casi extingue la relación del teniente coronel Chávez con el teniente coronel – y ex jefe de la KGB – Vladimir Putin. Su sucesor en la presidencia, el joven abogado Dmitry Medvedev, no escondía la poca simpatía que le generaba su par venezolano. La visita a Moscú en junio del 2008 no fue más afortunada que las anteriores y los rusos se plantaron firmes al exigir la firma de un acuerdo de cooperación militar que le dada a Rusia mayor posibilidad de auditar el destino del armamento vendido a Venezuela. Información contendida en las laptops del número dos de las FARC, Raúl Reyes, daban cuenta del ofrecimiento de cierto jerarca militar venezolano de proveer a la guerrilla con material bélico de origen ruso. Chávez, quizá temiendo la reacción dentro de las Fuerzas Armadas a la firma de un acuerdo que le daba a un poder extranjero acceso casi ilimitado a todas las guarniciones del país, se negó a firmar y llevo la relación a su punto más bajo. A las pocas semanas ocurrió la equívoca guerra en Georgia y Rusia se encontró de repente totalmente aislada en el mundo. Chávez aprovechó la oportunidad para brindar apoyo, firmar el problemático acuerdo militar sin fanfarria, reconocer a los dos territorios en disputa, y obtener a cambio crédito para seguir comprando material bélico totalmente innecesario.

A partir de ese momento, necesitándose ambos, se abrieron finalmente las compuertas para el negocio más anhelado por los rusos que era el petrolero. Bajo la dirección del viceprimer ministro Igor Sechin, presidente a su vez de la junta directiva de la estatal Rosneft, se crea el Consorcio Nacional Petrolero para arropar a todas las empresas rusas, estatales y privadas, interesadas en obtener contratos con Pdvsa. Bajo esta figura aspiran los rusos a que los contratos que firman con el alicaído régimen bolivariano sean tratados como contratos entre estados y no entre gobiernos y mucho menos entre meras empresas. Esta aspiración revela el temor que tienen los rusos que un futuro gobierno haga con ellos lo que su hoy contraparte hizo con todos los contratos firmados durante la Apertura entre Pdvsa y casi 70 empresas extranjeras. Después de mucho trámite se ha firmado un inusual contrato sin licitación y con plazo de 40 años para el desarrollo conjunto del bloque Junín 6. Se habla de una inversión de 20 mil millones de dólares para llevar la producción a 450.000 barriles por día sin que se identifique la forma en la cual la muy arruinada Pdvsa financiará su 60% del capital y de la deuda.

La cortísima visita de Putin se centra en la revisión de ese mega “negocio” y de decenas de otros acuerdos, convenios y contratos que corren el riesgo de morir de inacción sin un empuje categórico. Putin viene a torcer brazos y dejar claro que no serán burlados. Pero nada garantiza que con mano firme se revierte el ciclo de incompetencia y corrupción que paraliza todo en la Venezuela socialista. Y por otro lado, si para las cámaras hay muchas sonrisas y abrazos, corren el riesgo de politizar aun más estos convenios que aspiran sobrevivan la era chavista. Con esta visita apresurada Putin hace una apuesta riesgosa en Viernes Santo, sin garantía alguna de que su socio tenga otro domingo de resurrección.
Pedro Mario Burelli
El Universal



Putin llegó a Caracas desesperado por “raspar la olla”

No lo pudo decir mejor, Fyodor Lukianov, editor del “Russia in Global Affairs”, quien al referirse el jueves a la visita que haría este fin de semana el premier ruso, Vladimir Putin, a Caracas, escribió: “Putin llega a Caracas a cerrar todos los negocios que pueda. Sabe que Chávez no es el mismo de antes, pero que aun le queda plata”


O sea que, hablando en criollo, llegó desesperado por “raspar la olla” y dispuesto a vender, desde recogedoras de nieve para Maracaibo, hasta osos polares y tigres siberianos para la Sierra Nevada de Mérida, pasando por estaciones en el espacio y centrales nucleares.

¿Y quién duda que lo podría lograr si, al grado de aislamiento actual de Chávez, se agrega el triunfo de Juan Manuel Santos en las elecciones presidenciales de Colombia en mayo próximo, Washington e Itamarati logran un acuerdo para la instalación de una base militar conjunta en Río, y la visita a Quito este domingo del subsecretario de Estado Adjunto para América Latina, Arturo Valenzuela, concluye en una reunión Obama-Correa?

Pero eso sería en meses, quizá en un año, y lo que Chávez tiene en perspectiva -para mediados de mayo para ser más precisos-, es la agudización de la crisis actual de energía que alcanzaría a colapsar el 70 por ciento del suministro eléctrico del país, con sus apocalípticas consecuencias sobre el aparato productivo, los servicios y la aspiración de las ya muy golpeadas mayorías venezolanas a continuar viviendo de acuerdo a las pautas de la civilización del siglo XXI.

De modo que, lo que le sobra a Chávez en el futuro inmediato- y ya es parte del presente-, son protestas y manifestaciones de todos los pelajes y calibres, denuncias y acusaciones por sus constantes y maníacas violaciones de los derechos humanos, choques con sus cuerpos policiales y parapoliciales y el crecimiento de un turbión político y democrático con la carga necesaria para derrotarlo en las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre próximo.

Y frente a ello (el Pequeño Libro Rojo de los Castro Brothers dixit) nada más indicado que meter miedo, que asustar a nacionales y extranjeros, entre otras argucias, apareciendo al lado y retratándose con un poderoso, o que alguna vez fue poderoso, y por rutina o reflejos condicionados tiende a tomarse como tal, y no solo porque lo aparenta, sino porque él mismo está en la raya entre el bien y el mal, lo legal y lo ilegal, lo democrático y lo dictatorial, y no tiene empacho en reunirse con otros ilegales o semilegales, de esos que son candidatos fuertes a estar el día menos pensado en la lista de los llamados “forajidos”.

En otras palabras: que no es solo porque vende aviones, submarinos, helicópteros, radares y tanques que, aunque se dice en los medios especializados son más bien piezas de museo que de guerra, no dejan de impresionar, sino porque él mismo necesita de “amistades peligrosas”, por lo que esta Putin en Caracas, decidido a licitar cara la foto, pero sin complejos ni remilgos y presto a declarar: “Ok, si, es mi amigo, mi hermano y digo y hago lo que me pida, porque entre bomberos no nos pisamos la manguera”.

Vladimir Vladimirovich Putin: un vendedor de carros usados nacido en Leningrado (hoy San Petersburgo) en octubre del 52 (2 años antes que Chávez), en plena Guerra Fría, graduado de abogado en la misma ciudad en el 75 creo, con 16 años de formación en la KGB, alumno de neoliberales postsoviéticos como Anatoli Sobcack y Anatoli Chubais (padre de las privatizaciones rusas), heredero de Boris Yeltsin y que ha inventado una fórmula para ser dictador vitalicio de Todas las Rusias sin ser notado, y no del todo rechazado, como es desatar en lo interno un capitalismo salvaje, feroz y abiertamente mafioso, y en lo externo una política de apoyo y relaciones calientes con dictadores o semi dictadores de toda laya, sean de izquierda o derecha, socialistas o capitalistas, musulmanes o cristianos, viejos o nuevos.

De ahí que, personajes como Alexander Lukashenko de Bielorrusia, Mahmoud Ahmadinejad de Irán, Raúl Castro de Cuba, Omar al Bashir de Sudán, Evo Morales de Bolivia, Teodoro Obiang Nguema de Guinea Ecuatorial, Hugo Chávez de Venezuela, Robert Mugabe de Zimbawue, y Kim Jong-il de Corea de Norte, entre otros, participan en un festín donde Putin pone la mesa, los manteles, el borsch, el caviar, la vodka y los invitados los reales.

Fundamento de una alianza, de una amistad, de una lealtad que no es solo para la compra de equipos pesados (aviones, helicópteros, carros de asalto, tanques y tanquetas) con los cuales los dictadores o pichones de dictadores, los hombres fuertes y violentos, suelen retratarse en desfiles, en zafarrancho de combate, o uniformes de gala tipo Segundo Imperio, sino, igualmente, para la adquisición de equipos livianos, de esos que en lotes de pistolas y bombas lacrimógenas, de ballenas y lanzallamas, de patrullas y perseguidoras llegan de manera subrepticia y fuera de los protocolos, y son ideales, no para las guerras externas sino las internas, no para controlar países sino a partidos, grupos y personalidades de oposición que no se rinden e insisten en luchar y derrotar a los caudillos totalitarios y al margen de la ley.

Pero no se trata solo de este aspecto visible y detectable de la represión, sino, también, del invisible, del que se traduce en la dotación y suministro de equipos sofisticados como pueden ser plataformas para el pinchaje y control de teléfonos, programas para intervenir computadoras, chips para hackear correos, o virus para vigilar la Internet.

Y para ello ¿quién más apropiado que un presidente que se formó en la KGB, que conoce como controlar y aun direccionar las oposiciones internas, y, lo que es más importante, evadirlas y sobrevivir a ellas a extremos de convertirse después en su jefe?.

Un señor capitalista que vende, tanto equipos de guerras, como de represión, y que, tiene tan contentos a sus clientes que algunos no se amilanan en llamarlo “hermano” y decir es “mi aliado estratégico”, porque y que les recuerda a Genry Yagoda, Nikolai Yezhov, Laurenti Beria, Yuri Andropov y Vladimir Kryuchkov.

Pero más allá de hipótesis y especulaciones históricas y políticas, lo cierto es que Putin se va de Caracas con las manos llenas, y no solo de promesas y cartas de intención, sino de contratos efectivos y líquidos, como pueden ser la compra por parte de Chávez de 50 aviones An 148 y D-200, 2500 automóviles Lada de fabricación rusa, de una termoeléctrica, y de acuerdos de cooperación que ya existían en el área energética, agrícola, científica y cultural.

En cuando a Putin, se mostró interesado en una oferta de Chávez para venderle café a Rusia, aunque le aclaró que ya el estado ruso no compra café, que es importado, distribuido y vendido por empresas privadas, y que antes habría que hacer un gran esfuerzo publicitario para cambiar los hábitos de consumo nacionales que son muy favorable al te.

En todo caso, todo dentro de lo normal, que si bien permite decir que Putin no perdió el viaje, tampoco fue que se llevó un adelanto del Dorado.

Y, a tono con ello, en el centro o nervio de la cuestión, la razón primordial por la estaba de visita en Caracas, como fue presentar a Chávez como nuevo miembro del exclusivo Club Nuclear, presto a compartir sitial con Ahmadinejad y Kim Jong Il, más bien anuncios nebulosos y absolutamente evadibles, aplazables, retardables, postergables de una presunta colaboración conjunta para construir una planta de energía nuclear y una estación en el espacio.

Y es que se trata de gastos inmensos y Putin sabe que, con precios moderados de petróleo, y las inversiones que tiene que hacer el bolivariano para recuperar el sistema eléctrico venezolano, no se puede aspirar a mucho.

De modo que, de la tan anunciada visita del heredero del Zar de Todas las Rusias y del Padrecito Stalin, a su aliado y hermano, el Rey del Petróleo caribeño, puede decirse que, si bien no tuvo tantas penas, tampoco tuvo tantas glorias y que quien sabe si ofrece ocasión para que Fyodor Lukianov escriba otro de sus acostumbrados comentarios zumbones:

“No pudo Putin raspar la olla venezolana, pero es que en Venezuela ya casi no quedan ollas, y las que quedan son para cacerolear a Chávez”.

Manuel Malaver